Sabines.

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Aconteceres vitales

domingo, 7 de septiembre de 2014

CAMUFLAJE PARA EL MIEDO

Estás atrapado en la celda de cobre que tú mismo cerraste con llave de fuego eterno, con los ojos serios intentando mostrarse indiferentes, aún así; escucho tu aullido funesto, percibo que te ahogas en la tormenta de intentos, en esa misma pared cansada que te mira derramar lágrimas sobre sus hombros; te estás quemando, en esa promesa implacable de sostener las proporciones del tiempo bien amarradas a tus labios, aunque se muera la raíz de tu verdad.
Siempre que estás al borde de soltar tu sinceridad te detiene de golpe el miedo y te paraliza el pulso, igual que un niño indefenso frente a un feroz animal, retrocedes. Y las razones para continuar fingiendo se van quebrando para convertirse en un mar de grietas donde poco a poco se va terminando el concreto para caminar, las puertas cierran de golpe: decesperadas azotan el viento y se acaban todas las escapatorias, lo sabes entonces, llego el momento de arrojar tu mascara protectora y salir de onírico juego de parálisis.
Objeto que encapsulas las emociones a tu antojo: te has reducido a cenizas dipersas y olvidadas en la superficie de un cenicero polvoriento y viejo, pronto llegarás a nada. Has soportado el peso de tu falsedad en la espalda. Tú: esclavo de caprichos bañados en pasiones ensangrentadas. 
Estoy a un paso de hacerte caer: espejo mítico de emociones vírgenes alojadas al fondo del vaivén de tus temores, sigo esperando un descuido para hundirte en el hilo de dolor constante que implica vivir con los brazos abiertos al peligro.
Me horroriza tu lucha: camino de arterias estrelladas en el castigo de callar.
Abismo que se trepa en las rendijas de tu escondite, saber que afuera la brisa del tiempo te rosará la piel con amabilidad es tan necesario como saber que también de desplomará en cualquier momento.
Tú salvación termina cuando la condena empieza.             

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