PRIMAVERA
Rayo de luz chispeante que has
venido a alumbrar interiores, a pasear las telas floreadas y olvidadas de mí
armario, para soltar y reanudar rutinas. Creer que soy más lucida cuando
acompañas mis pasos. De todas formas estuve en el mismo salón, la misma fila,
la misma butaca, concentrándome en la
misma mancha de la pared, y el mismo sabor de mañana tibia en la garganta. En
tu días no hay sorpresas para mi.
Me entretengo con la sombras que
bailan bajo la ramas de la jardinera, con la líneas ligeras que se esfuerzan en
treparse por la rendijas de las ventanas,
por un tato, después olvido todo y me quedo sabiendo que así como el
jazmín perfuma un día, unas horas, las
primaveras son la brisa momentánea, el
amarillo fugaz, que aquí no deja nada.
VERANO
Vacilación frecuente de verdades insípidas, las veo tan claras
cuando la mirada de la lluvia se concentra.
El cuerpo extraña y se
acostumbra, se metamorfea y vibra, al
mismo tiempo. Junio y sus tentaciones a la deriva, su viento embriagador y
demoledor; que con sus gotas cenizas
avivan el color de mis latidos.
Son las horas desnudas, es aquel
estar simultáneo en todas partes, es la conciencia tomándose un descanso, es
deseo convertido en agua batiéndose en la piel, es la clausura del miedo, el
dulce y la acidez del limón, su aspereza y suavidad albergando la misma
saliva.
OTOÑO
Casualidad o causalidad, no lo
sé. Pero tus lunas acogieron mi locura, mientras yo la escuchaba beberse deseos prohibidos. Me paré en el centro de aquel parque al fin vacío,
alcance a escuchar la melodía que susurran los árboles cuando nadie los
contempla, y me sentí la hoja húmeda con nombre olvidado. Como el crujido de
las hojas en su trayecto al suelo; la coincidencia estallo, con o sin
razón, amaneció el día con un color
distinto, la tarde fusionó el hambre y el encuentro, mis manos con sus manos
emparejaron el mismo lenguaje que hablaban. Canasto frutal llevado a los labios
¿dónde te guardabas? Paisaje evocador: conspiraste
con tu cielo rojizo, me volteé resignada y ahí apareciste, para revivir los
retoños de mi fe, sí se va o se queda, yo me quedo con la voz del otoño y su encanto
permanente.
INVIERNO
El cuerpo lo siente, sabe que en algún momento, en
cualquier día aparece un colapso en las entrañas, cada engaño, cada lágrima
está siendo invierno. Si el mundo y sus habitantes son tan relativos, por qué
el frío le dura tanto a el alma? Andamos
siempre tan definitivos, a la espera de la espera, con los nervios congelados,
la vida entumida, si algún día nos creíamos capaces hoy estamos indefensos y
cobardes, hoy la fuerza nos abandona, grietas por dentro y fuera, el tiempo y sus abismos se queda un rato
acompañarnos. El silencio un filo que enferma, se enrolla y se alarga, las
palabras un espejo con reflejos disecados.