Hacerle sitio a las heridas.
Hallar el néctar del misterio.
Romper con la suprema felicidad, y encontrarse uno mismo en los escombros de la desmesura, del atroz complemento del amor, arrancarse las ataduras y buscarse desnudo en el infierno interior.
Allí, en la catástrofe.
Nos abandonamos ligeros a la destrucción, nos aventamos feroces a un abismo carente de fondo, retrocedemos
pero el ansia es más precisa y nos alcanza.
En una suerte de orfandad compartimos el mismo hueco, coexistimos en este trozo de tiempo.
Si tenemos que llegar a diluirnos en un instante del universo, ya habremos desafiado nuestras orillas obscuras, el ardor del milagro.
"Después de que nos vayamos
quizás quede este hilo
uniendo nuestro sitios vacíos."
-R. Juarroz-